Actualmente, se habla de la importancia que tiene para las empresas el estar preparadas para momentos de crisis, pero y ¿qué es una crisis reputacional? Esta se da cuando se presentan eventos internos o externos que afectan aspectos de la compañía como su imagen, sus valores, la coherencia en su decir y su actuar, entre otros. Dentro de los riesgos reputacionales hay algunos de los que no se tiene control, por lo que el aplicar un plan de contingencia de la manera más efectiva posible se convierte en la mejor solución. 

Las organizaciones deben tener como herramienta principal la comunicación, sin embargo, el no gestionarla correctamente puede ocasionar desinformación que aumente la crisis. Es indispensable que se diseñe un plan de acción para las posibles afectaciones que se puedan presentar, permitiendo así que el momento difícil sea atendido rápido, ya que con la digitalización, los efectos en los usuarios se multiplican desmedidamente. De igual forma, es de suma importancia contar con voceros bien preparados, que de la manera más veraz y ética posible, puedan dar un parte de tranquilidad mientras se desarrolla una solución.

Las empresas que quieren mantener una buena reputación deben enfrentarse a grandes desafíos como las noticias falsas, el activismo de las comunidades digitales, la activación de la opinión pública, la viralidad y la inmediatez. El universo digital actual se compone de audiencias cambiantes con muy poca fidelidad hacia las marcas; aspecto que las convierte en aliadas y a la vez en verdugos de las mismas. La situación deja un interrogante: ¿están preparadas las empresas para asumir el desafío de cuidar su reputación?