Las crisis empresariales suelen ser el resultado de la acumulación de pequeños problemas desatendidos que en un determinado tiempo se van presentando en el radar de una organización, estos la obligan a tomar acciones estratégicas para evitar daños internos y externos que puedan salirle realmente costosos no solo a nivel económico sino reputacional, ya que en gran parte de estas el activo más afectado es la imagen de la compañía frente a sus públicos de interés y frente al sector al que pertenece.

La mayoría de las organizaciones entran en un estado de caos cuando una crisis toca sus puertas y ese es precisamente uno de los errores más graves, pues a cambio de entrar en la desesperación, la compañía deberá entrar en un plan de contingencia inmediato que le permita actuar de una manera estratégica, analizando el verdadero impacto de la misma para poder así voltear el escenario positivamente, es decir, el período de crisis debe convertirse en una oportunidad de cambio, de crecimiento y desarrollo.

Las empresas que trabajen desde la adaptabilidad hacia nuevos retos son las que podrán visualizar posibilidades donde otros simplemente se hacen a un lado para perderlo todo. Las crisis son una gran oportunidad para quienes las sufren, basta con detenerse a analizar qué es lo qué pasa, qué lo genera, qué estás haciendo mal y cómo puedes corregirlo, quizás en la respuesta a estos simples interrogantes puedas abrir oportunidades de negocio y acercamiento a tus clientes que antes no habías explorado e incluso, puedas convertirte en un modelo a seguir para quienes vienen atrás en el camino directo a la crisis.